Stanly Coren, profesor de psicología de la Universidad de Columbia Británica, sugiere que las personas se sienten atraídas por lo familiar y, por esta razón, se sienten atraídas por nuestros propios rostros, que vemos reflejados en los espejos todos los días. Es esta preferencia la que tiende a llevar a las personas hacia mascotas que inconscientemente les recuerdan a sí mismos.
Conclusión de Coren: la familiaridad engendra semejantes.
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El efecto es probablemente el resultado de la evolución de los impulsos de los padres. Estamos orientados instintivamente, según Christenfeld, a criaturas pequeñas y no verbales que se parecen a nosotros, porque nos impulsa a ser cariñosos con nuestros hijos y padres jóvenes para asegurar la supervivencia de nuestros genes.
Si usted y su mascota son parecidos, mostrar su apariencia a juego realmente puede valer la pena. Jiro Yamada ganó 300.000 yenes con su Shar-Pei Occhansticks de dos años en un concurso anual de simulacros en Tokio.